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ISSN 1989-4163

NUMERO 37 - NOVIEMBRE 2012

La Balada de Bonnie and Clyde

Daniel de Cullá

“La Banca nos tiene estrangulaos los güevos  ¡Y quieren que                                                        produzcamos más leche de Burra¡”
                                                                       -Gerineldo Fuencisla

            Al leer lo que nos dice Gerineldo, no puedo menos que exclamar “Qué poca vergüenza”.  Esta frase tiene su base en los ejemplos que cada día se ven sobre esto. Pero no voy a entrar en detalles de si el Capital tiene corazón, que no lo tiene, y su falta de respeto por el oprimido es supina. A bien o mal traer, somos vasallos de alguien y de algo, pues los patronos tienen absoluta y entera jurisdicción sobre los vasallos para castigar, expulsar, absolver y perdonar como tiranos o reyes.
 
            Más, ahora, voy a centrarme en un película que debiera ser asignatura obligada desde la guardería e infancia, la Balada, concierto, convenio entre Bonnie y Clyde, que alecciona a los que piensan que le ha de venir un día en que no han de pagar, y tendrán que salir a la caza del puerco, baliba, cerdo, y bali, marrana,  pues que “ a cada puerco le llega su san Martin”, y no hay plazo que no llegue, para exigirle su balbalipén, riqueza, fortuna.

- “Acá venimos con Porras; echaos allá. Compadres”, esto lo decía un caballero de Jerez de los Caballeros, que acompañaba al tal Porras,  compañero en una manifestación contra el gobierno. Estos dos caballeros se encontraron un día en Embid, lugar de Aragón y platicaban  tomando un bala rasa, aguardiente malo, sobre Bonnie y Clyde, en un cafetucho.

            El de Porras decía que esta fue una pareja aquejerada, enamorada como ninguna, “a la americana”, parecida en sus atracos al registro de los carteristas que operan en los bancos “a lo visto”, coordinados a la perfección, creados para amar, asaltar bancos y convivir juntos movidos por una acción social común.
Cual andarlos, vagabundos, apiolaron, mataron tanto como apirabaron, fornicaron,

            El de Jerez de los Caballeros, le da a entender lo briosos que anduvieron; que sus enemigos eran los bancos y las arpías, agentes de autoridad; que la angustia, la cárcel, y sus ases, los grillos de prisión,  era algo que tenían que evitar a toda costa. Y continuó:


- “Bonnie Parker, avispona, que observa, aplaceraba la coba, estaba de centinela cual azorera, compañera o cómplice de ladrón,  y Clyde Barrow, azor, ladrón importante,  recorren los Estados Unidos en la época de la Depresión asaltando bancos y retando al poder establecido, favoreciendo a los humildes y ridiculizando a la autoridad desde su atarazana, casa de los maleantes donde se recogen junto con el producto de sus fechorías. O marchando a lo largo, huyendo de un lado para otro, “mudados de aire”, mudándose en la libertad del campo,  para esquivar las almendras, balas,  de sus perseguidores. Un clásico de todas las épocas que no debemos echar en saco roto”

-Sí, le subraya el de Porras. En el baile de los maleantes, ellos son los más guapos.

-Toda una pareja que te hará experimentar la vida de un puro instinto familiar, le responde el de Porras.





ELLA: Bonnie Parker nació Texas, la segunda de tres hermanos. Fue a la escuela y destacó en la creación de relatos, ganando un premio en un concurso de artes literarias en la liga del condado en el Cement City School e incluso creando discursos para políticos locales. Descrita como inteligente y agradable aunque de carácter fuerte, fue una joven atractiva que pesaba sólo 41 kg.

EL: Clyde Barrow nació en Ellis County, Texas Fue el sexto de siete u ocho hermanos en una familia extremadamente pobre. Era un chico más bien bajo, no muy atlético y cabello castaño, que se peinaba con la raya en el centro. Clyde fue arrestado por primera vez después de huir de la policía por no devolver un coche de alquiler a tiempo. estando en la cárcel, había llegado a cortarse con un hacha dos dedos del pie derecho para no tener que trabajar. Desde robar coches y comercios hasta bancos del estado.

            Hay numerosas historias de cómo se conocieron Bonnie Parker y Clyde Barrow. La más creíble es la que dice que se conocieron en enero de 1930 en la casa de unos amigos comunes. Bonnie se ausentó de su trabajo de camarera para acompañar a una amiga que se había roto un brazo, que recibió la visita de Clyde Barrow. Al charlar un poco, ellos se reconocieron mutuamente como personas amantes de las armas de fuego y de los coches rápidos.


 

Esta película, Bonnie and Clyde, gran clásico en 1967, marcó un punto y aparte en el cine, gracias a la versión de Arthur Penn, abonando el camino para que floreciese una nueva época dorada del Cine.

Bonnie

 

 

 

 

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